La protección de marcas en el sector vinícola representa un desafío considerable debido a la intersección de consideraciones legales y comerciales. Al registrar una marca, es fundamental entender que los derechos territoriales implican que una marca registrada en un país no necesariamente será reconocida en otro. Es aquí donde la premisa «Primero en el tiempo, mejor en derecho» cobra relevancia, destacando la importancia de una estrategia de registro bien planificada.
Para las bodegas que desean proteger sus marcas a nivel internacional, es esencial comprender este marco legal. Antes de lanzar una solicitud de registro, se debe analizar su viabilidad en cada país de destino. Esto incluye el uso de la clase 33 del Nomenclátor Internacional, destinada a bebidas alcohólicas (excepto cervezas), con el fin de identificar posibles conflictos con otras marcas y evaluar alternativas si es necesario.
Un componente clave en la protección de una marca de vino es decidir la vía de registro más adecuada. En la Unión Europea, el registro unitario a través de la EUIPO ofrece protección en los 27 Estados Miembros. Alternativamente, mediante la OMPI, se puede registrar una marca en múltiples países a través de un solo trámite. Ambas iniciativas requieren la existencia de una marca idéntica registrada en el nivel nacional o de la UE para facilitar estos registros internacionales.
Además, para asegurar una estrategia efectiva, las bodegas deben realizar un seguimiento activo de las solicitudes de registro de terceros que podrían generar un conflicto de marca. Esto no solo previene situaciones de infracción sino que también mejora la posición competitiva al proteger el prestigio y renombre de las marcas ya establecidas.
El sector vitivinícola está significativamente regulado, especialmente en relación con las Denominaciones de Origen Protegidas (DOP) e Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP). Las normativas vigentes en diversas jurisdicciones pueden incluir prohibiciones absolutas al registro de marcas que puedan inducir a error respecto al origen geográfico o que evoquen nombres protegidos. Por ello, es crucial una comprensión detallada de estas normas durante el proceso de registro.
En países como España, ciertas restricciones que precedían el uso de una misma marca para diferentes categorías han sido flexibilizadas, permitiendo una mayor libertad, siempre que se respeten elementos legislativos diferenciadores. En este sentido, la adaptabilidad a regulaciones locales específicas es una estrategia que favorece la protección marcaria eficaz y la expansión sostenible en mercados exteriores.
El fenómeno de las falsificaciones, aunque menos prevalente en el sector del vino que en otros como la moda, sigue siendo una preocupación. Las bodegas se enfrentan a productos que erróneamente se presentan como amparados por DOP o que imitan etiquetas de marcas renombradas. Estas acciones no solo constituyen una violación de las normas de DOP, sino que también pueden considerarse competencia desleal, afectando la reputación y ventas de productos auténticos.
Para enfrentar este problema, las bodegas deben implementar estrategias de monitoreo y vigilancia tanto en plataformas físicas como digitales. El registro de la marca en todos los territorios relevantes, unido a la colaboración con marketplaces y medidas de protección aduanera, son acciones clave para mitigar los riesgos de falsificación y asegurar la integridad de sus marcas.
Comprender la estructura legal que gobierna la protección de marcas en el sector vitivinícola es esencial para cualquier bodega que aspire a expandirse internacionalmente. Asegurar que las marcas estén registradas no solo en el país de origen sino también en mercados potenciales es un primer paso crucial. Esto ofrece una defensa sólida frente a posibles infracciones y asegura un crecimiento sostenido en un mercado altamente competitivo.
La vigilancia continua de los registros y la colaboración estrecha con expertos legales son estrategias efectivas para evitar conflictos de marca. Las bodegas deben sentirse impulsadas a proteger su identidad marcaria no solo por necesidades comerciales sino también para preservar el legado cultural que sus vinos representan.
Normativas transforman el agroalimentario y vitivinícola
Desde una perspectiva técnica, la protección de marcas en el sector vinícola requiere un enfoque meticuloso en la interpretación de las legislaciones tanto nacionales como internacionales relativas a las DOP e IGP. Deben identificarse y abordarse las prohibiciones absolutas durante el proceso de registro para evitar el rechazo que podría derivar en pérdidas económicas significativas.
La proactividad en la vigilancia de la propiedad intelectual, junto con la creación de una estrategia de marca que considere los elementos legales y comerciales, garantiza el fortalecimiento de la presencia internacional y protege contra infracciones que podrían dañar la reputación de la bodega. Invertir en estas prácticas proporcionará no solo ventaja competitiva, sino también resguardo contra las complejidades legales inherentes al ámbito internacional del vino.
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