Las monedas electrónicas o criptomonedas

El artículo que reproduzco a continuación, no es mío (ya me gustaría). Es de mi querido hermano Santiago, brillante abogado de Estepona-Málaga y sobre todo fenomenal hermano, estupendo amigo y magnífica persona. Estoy segura de que nuestro padre (QEPD) estará orgulloso de él.

¡Ahi va! Espero que os guste y sobre todo que os ayude a comprender y a convencer de que estamos verdaderamente iniciando una nueva era.

 

La sociedad se empeña en explicar que las revoluciones consisten en una suerte de rebelión de las clases sociales más pobres contra los que ostentaban el poder opresor, sin embargo la historia nos ha enseñado, que nada más lejos de la realidad, que bajo el término revolución se presenta una nueva propuesta de entender la vida y por ello de organizarse, que exige un nuevo orden que sustituye al anterior. Desde este punto de vista no resulta equivocado calificar de Revolución tecnológica al nuevo mundo creado por los medios de información y comunicación.

Las revoluciones se saben cómo empiezan pero no cómo terminan. Tiene que pasar mucho tiempo para que podamos asimilar lo que ha sucedido, y como ha cambiado la deriva del mundo. Hoy,  terminada la era de la modernidad, se va implantando la era tecnológica.

En este sentido, Internet ha supuesto el acceso a un nuevo mundo, un nuevo territorio virtual, que se caracteriza precisamente porque no hay espacio, ni tiempo, ni poder.  No hay espacio porque una vez conectado, puedes tener contacto inmediato con los demás que se encuentren conectados a la red. Por muy remoto que sea el lugar de la tierra en que te encuentres, la comunicación es inmediata.

Otra característica estriba en que el tiempo se relativiza, en el sentido de cualquier hecho pasado se hace presente en el Internet, pudiéndose reproducir cualquier escena del pasado en la pantalla de tu ordenador.

La combinación espacio, tiempo, tiene su traducción en la fórmula de la velocidad, lo cual lo convierte en una característica de esta revolución tecnológica.

En definitivas cuentas, el Internet ha supuesto la aparición de un nuevo mundo, la realidad virtual, un nuevo espacio para la colonización humana. Un mundo salvaje, ruidoso, transparente hasta el extremo de no dejar lugar a la intimidad.

Este nuevo mundo virtual que tiene ahora entretenida a la humanidad, obliga a replantearse las organizaciones hasta ahora existentes, ya que se revolucionan la estructuras sociales en las que depositamos nuestra confianza y en definitiva amenazan seriamente nuestro orden establecido.

Este nuevo país virtual al cual se accede a través del Internet, se encuentra en continua expansión, alcanzando a todo el radio de la tierra, y demanda una nueva moneda, ya que las monedas actualmente existentes, no valen para este nuevo espacio en proceso de colonización carente de autoridades y reglamentación orgánica. Las monedas materiales, euro, dólar, rublo etc, no son compatibles. Además resultan lentas y es costoso operar con ellas. Actualmente una transacción en el mundo virtual exige regresar a la tierra, utilizar la divisa del estado, para después regresar al mundo virtual confirmando que has pagado. Este nuevo mundo de la inmediatez exige que elimines este paso, y en cualquier caso no soporta que te sometas al control de los poderes terrenales.

Precisamente a esta necesidad obedecen las nuevas criptomonedas, da igual como se llame, bitcoin, Ceos,etc y también da igual la tecnología que utilice BlockChain o cualquier otra. Es indiferente porque mañana aparcera otra nueva divisa  y con mejor o distinto soporte tecnológico. Lo importante es entender que en este nuevo mundo se ha creado una nueva mercancía que pretende ser de aceptación universal entre las personas que habitan en este nuevo mundo-país que es el espacio virtual en proceso de colonización. Es el dinero virtual.

Se preguntará el lector qué supone esto para su vida normal, e incluso si es conveniente o no invertir en criptomonedas. Sin embargo, este ensayo no pretende darle a usted consejo sino tan solo despertar su imaginación en forma que le permita entender qué es lo que está sucediendo. Resulta que este nuevo mundo virtual que atrae la mayoría de los quehaceres humanos es una nueva América, pero virtual. No pretendo juzgarlo, si no tan solo afirmar que no podemos abstraernos de este fenómeno vital de nuestra sociedad.

La pregunta no es si compro o no criptomonedas, la pregunta correcta es ¿qué puedo hacer con las criptomonedas? Aquí estriba la clave del éxito de tu estrategia.  Resulta que en este nuevo país virtual que visita todo el mundo, puedo hacer negocios con las criptomonedas que empresas  privadas emiten y venden. Como con toda divisa, con esta puedo hacer negocios buenos o malos, y, además, sin tener que cumplir formalidad alguna ni dar cuenta a ningún gobierno, porque en este nuevo país no hay gobierno, como en el salvaje oeste. Al no haber autoridad, tampoco hay tributos, se basa en la pura confianza, y en el prestigio de cada usuario, (no olvide que el pasado es continuo presente en el mundo virtual, con un solo clic aparece en mi pantalla todo tu pasado).

Ya se que pensarán que esto de las criptomonedas es una locura sin futuro. Pero basta con echar a volar la imaginación un poco para concluir que entre los millones de usuarios que acceden a Internet es imposible que no se produzca un intercambio de cosas, prestaciones o servicios a cambio de algo, la criptomoneda. Y a medida que este proceso se multiplique, crecerá la confianza y la importancia de las criptomonedas. En definitiva, la nueva moneda queda confirmada expontaneamente por la confirmación de los usuarios. Así, se explica que una moneda virtual que adquiero en una oficina de venta de criptomonedas un día vale x, pero mañana al aumentar la demanda valdrá x+ 5, 6  o lo que sea. El valor de la divisas cambia en función de la demanda, al igual que ocurre con el euro, dólar, yen, etc..

Falta preguntar qué es lo que se plantearán las estructuras de poder que mandan en mundo real del espacio y del tiempo en que nos desenvolvemos todos los humanos. Me refiero a los estados y a sus estructuras administrativas que se desenvuelven en la realidad cósmica de la tierra. No es difícil adivinar que verán con extrañeza cómo el administrado gasta sus quehaceres y su tiempo -que es su fortuna- en el mundo virtual y hace negocios allí, y que, sin embargo, las organizaciones del viejo mundo no pueden controlar. Y si no controlan, entonces no mandan. No tienen recursos económicos y entonces no tienen el poder. Esto significa que la revolución tecnológica pone en jaque a los gobiernos. Queda por tanto cuestionada en el mundo virtual la estructura de estado que fue creado por la modernidad.

Es difícil predecir el futuro, pero la revolución esta ya iniciada. Y aunque no se sabe cómo se desarrollará, sí que se puede vaticinar que las criptomonedas tienen el futuro asegurado, si bien desconocemos sus parámetros definitivos.

Los problemas que surgen del juego entre este mundo virtual y el mundo de la realidad espacio temporal son por ahora ilimitados. Así, desde el punto de vista legal, se plantean múltiples interrogantes: qué ley se aplica en los negocios del mundo virtual, qué autoridad ha de dirimir los conflictos que surjan en las relaciones humanas. Por otro lado, no hay tributos al no  haber autoridad controladora, por tanto no tiene sentido el pago de impuesto alguno. Y olvidémonos de las inaguantables normas sobre el blanqueo de capitales, que nos hacen sentir continuamente investigados. Surgirán procesos inflacionarios, sociales, …  el futuro resulta dificilmente predecible.  Se trata de colonizar un nuevo país, el mundo virtual.

Se hace necesario recurrir a la teoría de la relatividad para explicar la relación entre el mundo cósmico -que en virtud del espacio y el tiempo tiene su ritmo y sus leyes- y el mundo virtual, carente de tal ritmo y leyes, que se mueve a velocidad distinta, y en el que el espacio y el tiempo pierden su sentido.

Quizás  estemos ante una nueva Torre de Babel, pero en cualquier caso el avance tecnológico no parece que tenga marcha atrás, por lo que a mi entender cualquier política prohibitiva tiene muchas papeletas para que fracase.

Desde el punto de vista individual, es importante que no perdamos la regla vital de la triangulación para poder averiguar dónde nos encontramos. Esta regla consiste en las preguntas de toda la vida: de dónde vengo, a dónde voy y dónde estoy.

Vivir es, de cierto, tratar con el mundo, dirigirse a él, actuar en él, ocuparse de él. De aquí que sea al hombre materialmente imposible, por una forzosidad psicológica, renunciar a poseer una noción completa del mundo, una idea integral del Universo.” (Ortega y Gasset, “el origen deportivo del Estado” El espectador.)

 

Santiago Jimenez Díaz